La
impresión se desarrolla gracias a que en el siglo XV ya contaban con todos los elementos necesarios para el
nacimiento de esta gran idea. Un alfabeto, desarrollado por los Fenicios alrededor
de 1500 a C, después mejorado por los anglosajones hasta evolucionar al actual.
La tinta, también parte de la ecuación, se usó en Alemania antes de los
primeros intentos de Gutenberg. Y por último el papel, que comienza a vencer al
pergamino desde 1350. El pergamino era muy grueso para poder ser utilizado con
facilidad por las prensas y no era lo suficientemente plano para que la
impresión se hiciera bien. En China nacerá el papel de arroz nuestro último
objetivo.
Muchos países se atribuyen para sí la gloria de la invención de la imprenta. Los holandeses mantienen que su inventor fue Coster, en la ciudad de Haarlem, mientras los franceses aseguraron durante años que la imprenta era un invento de los orfebres de Estrasburgo. En realidad, hacía tiempo que se conocía en Europa la prensa y las aleaciones de los metales necesarios para la fabricación de los tipos móviles: pero fue necesario el genio creativo de quien supo combinar diferentes ideas para ofrecer un producto nuevo para que el descubrimiento echara a andar.
Ya a comienzos del siglo XV se imprimían naipes y estampas con motivos religiosos, mediante la aplicación de una plancha de madera grabada y embadurnada con tinta grasa, sobre el papel o el pergamino. Este procedimiento de impresión, la xilografía, era originario de Extremo Oriente, China o Corea, y entró en Europa a través de Italia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario